Celulosa vuelve a ponerse en marcha: del borde del colapso a la esperanza de un nuevo comienzo

Tras una crisis financiera que la dejó al filo del abismo, la histórica papelera retoma la producción en sus plantas de Santa Fe y Buenos Aires. Con nuevo dueño, nueva gestión y el compromiso de volver a números positivos, la empresa busca recuperar el terreno perdido.

Por Eric Nesich

Periodista especializado en Economía y Finanzas

Hace 1 hora

Después de un año marcado por el default y la salida de sus antiguos accionistas, Celulosa Argentina —responsable de casi la mitad del papel que se consume en el país— volvió a encender las máquinas. La compañía, que emplea a más de 4400 personas, inicia una nueva etapa con Esteban Nofal como principal inversor y Hernán Bagliero al frente de la conducción. El objetivo: dejar atrás la crisis, recuperar rentabilidad y normalizar la operación para 2026.

 

Bagliero, ex CEO de Droguería del Sud, asumió el mando en uno de los momentos más complicados de la historia de la firma. “Cuando llegué, no sabíamos realmente en qué situación estábamos. A los pocos días tuvimos que declarar el default”, recordó. La empresa había agotado su capital de trabajo para pagar deuda financiera, lo que dejó sin insumos ni liquidez a sus plantas.

 

Con el ingreso de Nofal, que comprometió una inyección de US$18 millones, Celulosa logró evitar la quiebra y mantener el empleo. Los tres accionistas anteriores —José Urtubey, Douglas Albrecht y Juan Collado— cedieron sus acciones “por un dólar simbólico”, priorizando la continuidad de la operación. “Fue una decisión valiente y responsable”, destacó Bagliero.

En Capitán Bermúdez, Santa Fe, la planta ya volvió a producir papel, mientras que en Zárate, Buenos Aires, la reactivación total se prevé en las próximas semanas. “El personal acompañó de forma increíble, y los proveedores también. A pesar de la deuda, muchos siguieron entregando materia prima. El impacto social de mantener viva una fábrica así es enorme”, subrayó el ejecutivo.

 

La compañía atraviesa un proceso concursal que le permite ordenar las cuentas y protegerse de embargos mientras se reorganiza. Los acreedores tienen hasta diciembre para presentar la documentación de las deudas. “El concurso no fue una estrategia, fue la única salida posible. Pero nos está sirviendo para limpiar el balance y darle transparencia al nuevo inversor”, explicó Bagliero.

 

El plan es claro: reorganizar, estabilizar y volver a ser rentables en 2026. “Celulosa tiene todo para salir adelante. No dependemos de la demanda, sino de la gestión. Esta vez queremos una empresa preparada para los momentos de viento en contra también”, afirmó.

 

Para lograrlo, la nueva conducción apuesta a la eficiencia sin despidos y a una profesionalización que nunca se había implementado del todo. “La compañía no tenía auditoría interna. Ahora la estamos transformando en una organización moderna, con control y planificación. No podemos seguir dependiendo del tipo de cambio o del humor del mercado”, sostuvo Bagliero.

 

En el horizonte, el foco está puesto tanto en el mercado local como en el externo. “Exportamos a Uruguay, Chile, Brasil y Estados Unidos, pero el mercado interno sigue siendo el más importante. Ahí es donde tenemos que volver a ser fuertes”, aseguró. También ven oportunidades de crecimiento en la producción de papel tissue, un segmento donde el consumo argentino es bajo comparado con otros países.

 

Si todo sale como está previsto, Celulosa Argentina podría dejar atrás su peor crisis en décadas y volver a ser un jugador clave de la industria nacional. “El 2026 nos tiene que encontrar siendo rentables. No hay plan B”, resumió Bagliero, con el tono de quien ya empezó a escribir una nueva página en la historia de una de las empresas más emblemáticas del país.

 

En el sector, muchos miran el caso como una prueba de que aún en contextos difíciles se puede revertir la historia. Si Celulosa logra sostener el rumbo, podría transformarse en un ejemplo de recuperación industrial, demostrando que con gestión, inversión y compromiso también se puede volver a poner en marcha una empresa que estuvo, literalmente, al borde del papel reciclado.

 

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