Del riesgo político al rally financiero: qué cambió tras el 26-O

El resultado electoral fue leído como un plebiscito de respaldo al programa económico, generando un verdadero shock de confianza. 

Por redacción

Hace 1 hora

El contundente triunfo del oficialismo en las recientes elecciones legislativas superó las previsiones más optimistas, destacándose la victoria en la provincia de Buenos Aires, apenas dos meses después de un duro revés. Este resultado refuerza el respaldo político del gobierno de Javier Milei, pero no debe interpretarse como un cheque en blanco: el desafío ahora será consolidar la credibilidad y avanzar con prudencia en las reformas económicas. La magnitud del apoyo popular genera además una presión adicional para mantener el rumbo de estabilización y profundizar las transformaciones prometidas.

 

En el plano político, La Libertad Avanza (LLA) pasó a contar con 83 diputados propios —107 junto a sus aliados del PRO— y 20 senadores —26 con aliados—, lo que fortalece la gobernabilidad y permite al Ejecutivo abandonar la estrategia defensiva para enfocarse en impulsar reformas estructurales. Si bien el nuevo equilibrio parlamentario no garantiza mayorías, sí abre la puerta a acuerdos con sectores moderados de la oposición para avanzar en cambios claves, como la institucionalización de la independencia del Banco Central y la prohibición de su financiamiento al Tesoro.

 

El mercado también valoró el tono más conciliador adoptado por Milei tras los comicios. Sus declaraciones, centradas en el diálogo y la búsqueda de consensos, y su reunión con gobernadores para coordinar una agenda de reformas, fueron interpretadas como señales de madurez política y pragmatismo. Ese clima de cooperación contribuyó a reforzar la confianza y moderar la volatilidad financiera.

 

El resultado electoral fue leído como un plebiscito de respaldo al programa económico, generando un verdadero shock de confianza. El apoyo de la administración estadounidense fue determinante para estabilizar el mercado cambiario antes de las elecciones, con ventas de USD 2.100 millones que aliviaron al Banco Central y al Tesoro. Tras los comicios, el tipo de cambio oficial retrocedió 2,5% hasta $1.454, y los dólares financieros también se moderaron: el CCL bajó 3,4%, reduciendo la brecha cambiaria al 2,7%. Pese a este alivio, el mercado sigue viendo el actual régimen de bandas como transitorio, con expectativas de depreciación promedio del 1,7% mensual para 2026.

 

Con la confianza restablecida, el Banco Central flexibilizó los encajes para mejorar la liquidez bancaria, mientras el Tesoro inyectó fondos mediante compras de bonos y una licitación parcial de deuda. Estas medidas provocaron un desplome de las tasas de corto plazo —la caución a un día cayó del 72% al 23% TNA— y una fuerte baja en la curva de rendimientos en pesos, que se estabilizó en torno al 33% anual. La tasa real pasó de 34% antes de las elecciones a entre 3% y 5% después.

 

El optimismo se reflejó también en los bonos soberanos: los Globales subieron 27% y el riesgo país cayó a 600 puntos, el menor nivel en nueve meses. Para recuperar el acceso al crédito internacional, será necesario llevarlo a 450–500 puntos.

 

El gran desafío sigue siendo la acumulación de reservas. Las brutas ascienden a USD 40.800 millones, pero las netas continúan negativas en USD 11.100 millones. El Gobierno debe sumar USD 8.000 millones antes de fin de año para cumplir la meta con el FMI. En este marco, el Banco Central busca aprovechar la mayor demanda de pesos para recomponer reservas dentro de la banda cambiaria, un giro hacia una política monetaria más flexible. Sin embargo, el crecimiento sostenido de la actividad y del crédito será crucial para sostener esa estrategia y consolidar la estabilidad financiera.

 

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