Errores virales, lecciones reales: lo que los Oscars, Grammys y festivales le enseñan a las empresas

Los grandes espectáculos internacionales, con millones de espectadores y presupuestos multimillonarios, se convierten en espejos para analizar qué funciona, qué puede fallar y cómo aprender de ello.

Por redacción

Hace 5 horas

El negocio de los eventos en el mundo está en plena expansión: según Statista, la industria global de event management superará los USD 1,5 billones en 2028, con un crecimiento anual cercano al 7%. A nivel mundial, las empresas destinan cada vez más recursos a experiencias que fortalecen la cultura organizacional, fidelizan clientes o lanzan productos en contextos de alto impacto.

 

En este contexto, Aldana Páez, líder de Eventos en Insight Event Agency y especialista en organización de eventos corporativos, advierte que los números son tan relevantes como las tendencias. Según su experiencia, las compañías destinan en promedio por evento entre USD 500.000 y USD 1 millón en Latinoamérica, mientras que en Miami la inversión suele superar los USD 2 millones; y en Madrid o Berlín, los costos oscilan entre USD 1,5 y 3 millones, dependiendo de la magnitud.

 

Entre los espacios que hoy resultan más convenientes por infraestructura, costos y proyección, Páez destaca centros de convenciones, venues culturales y espacios híbridos en hoteles de cadena internacional. De cara a 2030, anticipa que la tendencia se orientará hacia venues sustentables, locaciones al aire libre y escenarios inmersivos con realidad aumentada.

 

Los grandes espectáculos internacionales —Oscars, Grammys, American Music Awards, iHeartRadio Music Awards—, con millones de espectadores y presupuestos multimillonarios, se convierten en espejos para analizar qué funciona, qué puede fallar y cómo aprender de ello. La especialista en organización de eventos advierte que ningún evento está exento de imprevistos y analiza los 4 errores mediáticos en eventos de gran envergadura.

 

1. Aún con una planificación perfecta, siempre hay margen de riesgo

En los Grammys 2025, la actuación de Sabrina Carpenter fue objeto de críticas por fallas técnicas en vivo: desajustes de ritmo, un set que se desarmaba y una iluminación que no acompañaba la coreografía. Sin embargo, es poco probable que no se hayan realizado ensayos previos. En los grandes eventos —y también en los corporativos— los imprevistos pueden ocurrir incluso con una planificación impecable.

 

La clave está en tener la flexibilidad y el criterio humano para reaccionar ante lo inesperado: reconocer que algo no salió como se planeó y buscar alternativas para recomponer la experiencia. En este caso, por ejemplo, se podría haber generado un momento de conexión con el público, invitándolo a votar si quería volver a ver la actuación, transformando el error en una oportunidad de interacción y cercanía.

 

2.  Credibilidad en juego: el rol de la verdad en los grandes eventos

En los American Music Awards 2025, la polémica no fue técnica, sino de confianza. El público descubrió que varias presentaciones —incluidas las de Gwen Stefani y Blake Shelton— habían sido pregrabadas, pese a promocionarse como “en vivo”. El resultado: críticas por falta de transparencia y un golpe a la reputación del evento.

 

Ahora bien, en la industria del entretenimiento —y también en la corporativa— la frontera entre lo “en vivo” y lo “pregrabado” no siempre es tan rígida. Mentir va en contra de la credibilidad, pero también es cierto que, en las grandes ligas, hay mucho más material grabado de lo que imaginamos. En muchos casos, esto se hace para cuidar la experiencia del espectador, ofrecer un producto más pulido y minimizar errores en transmisiones masivas.

 

3. Más allá del show: la importancia de los planes alternativos

En los iHeartRadio Music Awards 2025, la falta de control sobre el “timing” se volvió viral: discursos interrumpidos por cortes comerciales, fallas de audio y montajes mal iluminados se convirtieron en trending topics en minutos. El inconveniente aquí es doble: minimizar el impacto de los detalles y no tener protocolos de back up. Cámaras secundarias, planes alternativos de timing y guiones flexibles son imprescindibles para blindar la reputación.

 

4. Ignorar las expectativas de la audiencia

La 94ª edición de los Oscars (2022) mostró un desacierto en la percepción del público: la decisión de pregrabar algunas categorías antes de la gala generó enojo entre los espectadores y fue interpretada como una falta de respeto hacia rubros menos mediáticos. Sin embargo, en muchos casos, no se trata de subestimar a la audiencia, sino de buscar un mejor resultado técnico y narrativo.

 

Páez advierte que una manera de reducir ese descontento sería comunicar de forma proactiva los motivos detrás de la decisión, explicando los beneficios que aporta al espectador, como una transmisión más ágil y cuidada, o incluso permitiendo que los propios artistas lo compartan en sus redes.

 

Para la especialista lo fundamental no es señalar los fallos, sino transformar cada episodio en conocimiento aplicable: “Los grandes escenarios globales nos recuerdan que ningún evento está exento de imprevistos. La diferencia está en cómo se gestionan esos momentos y en qué medidas se implementan después para evitar que se repitan. Ahí está el verdadero aprendizaje”.

 

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