Cómo crece la industria del bienestar en América Latina
Según el Global Wellness Institute, la economía global del bienestar ya supera los USD 6 billones y tiene un ritmo de crecimiento superior al de la economía mundial.
Por redacción
Cuando el reloj marca las cinco de la tarde, mucha gente sale del trabajo y se va a su casa a descansar. Pero, desde hace un tiempo, mucha gente hace una escala obligada en un spa urbano, un centro de masajes o un espacio de “bienestar integral”. No es una moda pasajera: es la realidad visible de una industria que dejó de ser nicho aspiracional para convertirse en una industria de escala.
Según el Global Wellness Institute (GWI), la economía global del bienestar –que incluye once sectores, desde spas y turismo saludable hasta fitness, nutrición y bienestar mental– ya supera los USD 6 billones y tiene un ritmo de crecimiento superior al de la economía mundial. Esto es impulsado por dos situaciones concretas: el envejecimiento poblacional y la presión del estrés urbano.
En tanto, el mercado latinoamericano de spa fue valuado en USD 8.330 millones en 2024 (el mercado global de servicios de spa ronda los USD 100.000 millones) y se espera que casi se duplique hacia 2034, con una tasa de crecimiento anual cercana al 6,4%.
Pero este crecimiento no es sólo económico, es fundamentalmente un hecho cultural. Hoy los latinoamericanos consideran el bienestar como una práctica cotidiana y no como un mimo esporádico: el spa deja de ser “capricho de hotel 5 estrellas” y pasa a integrarse a la rutina mensual. Planes de membresía, gift cards corporativas y programas de fidelización bajan la barrera de ingreso.
Si bien Argentina no lidera aún los rankings globales de gasto per cápita en bienestar, hay tres razones que la hacen atractiva. La primera es la alta densidad urbana y cultural. Buenos Aires y su área metropolitana concentran un público habituado a consumir servicios de belleza, fitness y gastronomía, con oferta sofisticada y exigencia alta en experiencia.
La segunda es que tanto la capital como Mendoza, Córdoba o la Patagonia se consolidan como polos de city-breaks y de escapadas, en los que el bienestar empieza a integrarse a propuestas hoteleras y de turismo. La tercera es la tradición argentina en kinesiología, masoterapia y estética que facilita la adaptación de protocolos internacionales a estándares locales y alta calidad de profesionales formados y mano de obra calificada.
Paul Egli, gerente regional de Buddha Spa en Argentina, explica que “el potencial que tiene Argentina para crecer es lo que hizo que la firma haya empezado su expansión regional por este país”. "La llegada de Buddha Spa a Buenos Aires –ya en etapa avanzada de análisis de ubicaciones, socios y formatos comerciales– se apoya en esa base”, añadió.
Más allá de las modas y estas razones, los consumidores ya no compran sólo “relax”, compran capacidad de funcionar mejor en entornos cada vez más demandantes. Y están dispuestos a pagar por soluciones que combinen evidencia, ritual y experiencia.
Asimismo, la industria del bienestar latinoamericana está entrando en una fase más sostenida en el consumo cotidiano de las clases medias urbanas. El bienestar ya no es un lujo periférico, es el sector de la economía de servicios que más crece a escala regional y como tal, es una industria que se ordena en torno a estándares, certificaciones, protocolos y modelos financieros replicables.
