Crisis puntocom, una “exuberancia irracional” | Dolarhoy.com
América|04 de marzo de 2021

Crisis puntocom, una “exuberancia irracional”

Lo que comenzó como una fantasía utópica de revolucionar el mundo a través de las oportunidades que brindaba Internet, terminó explotando a principios del 2000, llevándose consigo miles de sueños y puestos de trabajo.

Por Esteban Barsky

Asesor Financiero Global

 

Alan Greenspan, quien fue presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos (1987-2006), en su famoso discurso realizado en American Enterprise Institute for Public Policy Research (AEI) en diciembre de 1996, acuñó el término “exuberancia irracional” para hacer referencia a la situación del mercado en ese entonces, dejando entrever la preocupación de que una burbuja financiera se estuviera gestando.

 

Sin embargo, no fue hasta el 2000 que la hoy comúnmente denominada burbuja de las puntocom estalló. El índice Nasdaq, el cual se encuentra comprendido mayormente por empresas de tecnologías, desde su punto máximo a principios del 2000, cayó más del 70% en poco más de dos años, lo que permite observar la magnitud del auge y derrumbamiento de las empresas tecnológicas.

 

Una empresa que podría representar la irracionalidad a la que Greenspan hacía referencia fue boo.com, primera empresa europea de comercio electrónico en cerrar sus puertas (mayo del año 2000). Fundada en 1998 por Ernst Malmsten and Kajsa Leander tenía el objeto de convertirse en el primer proveedor de ropa deportiva y de moda por Internet y, antes de que la primera prenda sea vendida, ya estaba valuada en más de 390 millones de dólares.

 

Boo.com comenzó con un capital inicial de 130 millones de dólares, el mayor monto recaudado para una empresa europea y contaba con más de 300 empleados al momento de su lanzamiento, cinco meses después de lo esperado. Al malestar generado por el retraso, se le sumo que la página se encontraba operativa únicamente para ordenadores con prestaciones superiores, debido a su complejidad técnica y grandes requerimientos de multimedia.

 

Las grandes sumas de dinero que estaban perdiendo semana tras semana, sumado a ventas inferiores a las esperados, llevaron a que los ejecutivos pidieran 30 millones de dólares con el fin de reestructurar la empresa. El rechazo por parte de los inversores a este pedido llevó a que la puntocom tuviera que firmar la quiebra.

 

Boo.com no fue la excepción a la regla, sino una empresa más dentro del modelo predominante de negocios en esos años. La obtención de ganancias no era el objetivo principal de una empresa, sino que éstas buscaban captar la mirada de los consumidores, mensuradas a través de los clicks que recibía una página, lo cual era suficiente para que la empresa pueda salir a cotizar al mercado.

 

Creado el plan de negocios, los emprendedores conseguían el respaldo económico para llevar a cabo el proyecto a través de capitales de riesgo, conocidos comúnmente como Ventures Capitals (VC). Los capitales de riesgo desarrollaban una cartera de inversiones en diferentes empresas con la esperanza de que, al cabo de unos años, puedan vender sus acciones cuando las empresas realizaran su primera oferta pública de acciones.

 

La tasa de retorno de estos Ventures Capitals dependía del éxito de los proyectos, en el precio de venta de sus acciones y en el tiempo en que se extendía su participación. En la medida en que aumentaban los precios de las acciones y las ganancias de los VC, mayor cantidad de capital se encontraba disponible para invertir, por lo que mayor cantidad de ideas y conceptos podían llevarse a cabo.

 

Una vez desarrollado el proyecto, las nuevas empresas tendrían su Oferta Pública de Acciones (OPA). Los bancos de inversión presentaban la empresa a los inversores e indicaban la cantidad de acciones junto con su precio, el cual era muy inferior al que se podía observar al final del primer día en el mercado, lo cual atrajo el interés de las distintas partes involucradas en este proceso: los inversionistas, los capitales de riesgo, así como también de los empresarios.

 

Los capitales de riesgos se sintieron atraídos por los grandes beneficios de encontrar una empresa con éxito; los banqueros de inversión querían las comisiones provenientes de estas ofertas públicas; y los inversores querían las ganancias asociadas con la burbuja entre el precio de la OPA y el precio de las acciones al final del primer día, semana o mes en el mercado.

 

Esta burbuja era retroalimentada por los banqueros de inversión, quienes situaban el precio de la OPA lo más bajo posible, generando una mayor demanda en las acciones; los emprendedores vendían solo una parte de sus acciones en la oferta pública y a la vez los compradores de la OPA tampoco vendían la totalidad de su tenencia. La incesante demanda y la menor oferta de acciones aumentaban el efecto de la burbuja.

 

La velocidad lo era todo y no había tiempo que perder hasta la oferta pública. Este modelo generó que los emprendedores vieran la oportunidad de hacerse ricos de la noche a la mañana. Uno de los fenómenos que imperaban era la retribución a los empleados por sus esfuerzos a través de las stocks options, siendo el objeto de las mismas era hacer que el empleado sea parte de la evolución de la empresa.

 

Las stock options, permitían al empleado comprar acciones a un precio preferencial al momento en que la empresa se haga pública, cuánto mayor sea el valor de la empresa, mayor ganancia podían obtener al venderlas en el mercado. Si bien tenía un efecto positivo en el compromiso de los empleados para con los proyectos, también generaba una falta de actitud crítica, generando en el centro de las empresas un positivismo que hizo que la crisis puntocom sea impensada; el éxito era una constante.

 

Varios factores desencadenaron el fin del auge de las puntocom. El aumento de las tasas de interés, los primeros fracasos y el cambio de las expectativas de los inversores fueron algunos de estos factores que explican el derrumbe, junto con la sobrevaluación de las empresas y las opiniones de economistas y empresarios sobre un derrumbe del mercado, que terminaron imponiéndose, generando una profecía autocumplida.

 

El resultado de esta “Nueva Economía”, tal como fue llamada en la medida en que las empresas tecnológicas crecían a una velocidad exponencial, fue la pérdida de miles de millones de dólares en el mercado, cientos de miles de puestos de trabajo producto del cierre de miles de empresas en la industria hi tech.