Lula pidió a Trump revisar sanciones y aranceles contra Brasil en un primer contacto “amistoso”
El presidente brasileño mantuvo una videollamada de media hora con su par estadounidense, en la que propuso un encuentro presencial y reclamó el fin de las medidas comerciales y políticas impuestas por Washington.
Por Eric Nesich
Periodista especializado en Economía y Finanzas
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, mantuvo este lunes su primer diálogo directo con Donald Trump desde que el republicano regresó a la Casa Blanca. La charla, que duró unos 30 minutos y fue calificada como “amistosa” por el Palacio del Planalto, sirvió para romper el hielo y abrir una agenda bilateral marcada por los reclamos económicos del país sudamericano.
Durante la videollamada, Lula le pidió a Trump la eliminación de los aranceles del 40% que Estados Unidos aplica sobre varios productos brasileños, así como el levantamiento de sanciones políticas que afectan a funcionarios y jueces del Supremo Tribunal Federal, a quienes Washington les había revocado las visas en respuesta al juicio contra Jair Bolsonaro, condenado por intento de golpe.
Acompañaron al presidente sus principales ministros —Geraldo Alckmin, Mauro Vieira y Fernando Haddad—, quienes serán los encargados de darle continuidad a las conversaciones con la administración estadounidense. Del otro lado, Trump designó al secretario de Estado, Marco Rubio, como interlocutor directo. Según la nota oficial, ambos mandatarios intercambiaron teléfonos personales para mantener una línea de comunicación abierta.
El acercamiento entre Lula y Trump marca un giro pragmático en la política exterior brasileña, que busca destrabar las trabas comerciales y mejorar el acceso al mercado estadounidense en un contexto de desaceleración global. Al mismo tiempo, muestra la intención de recomponer vínculos diplomáticos tras años de tensión ideológica.
Para Trump, la apertura hacia Brasil puede fortalecer su imagen internacional como negociador y contrapesar la influencia de China en Sudamérica. Para Lula, el desafío será conseguir beneficios concretos sin ceder demasiado terreno político. Este primer contacto abre un nuevo capítulo en una relación que promete ser tan estratégica como compleja