El G7 definió a su enemigo en común: China ¿Qué fue lo que hablaron?
Si bien EEUU presiona fuertemente contra el gigante asiático, desde Europa intentan avanzar con más cautela contra los productos chinos.
Por Eric Nesich
Periodista especializado en Economía y Finanzas
El presidente Joe Biden y los líderes del G7 coinciden en que China es una amenaza importante para sus economías. Sin embargo, a pesar de la retórica sobre "ponerse duros" con China, existen diferencias entre los países sobre hasta dónde deben llegar para enfrentar a esta superpotencia, lo que podría afectar la cohesión del grupo.
El G7 se esforzará en ocultar estas diferencias al unirse en iniciativas para abordar el comercio y la inversión de China en países en desarrollo. Estados Unidos ha liderado este esfuerzo, imponiendo aranceles y acusando a China de prácticas comerciales desleales. Europa, aunque preocupada por el poder de China, adopta un enfoque más cauteloso debido a posibles represalias económicas, lo que dificulta la formación de un frente unido.
El viernes, los aliados discutirán cómo combatir el exceso de capacidad de China y comprometerán miles de millones en inversiones en economías emergentes, algo que China ha estado haciendo durante años. Además, Estados Unidos ha ampliado sanciones contra China, acusándola de ayudar a Rusia en su guerra contra Ucrania.
La postura dura de Estados Unidos hacia China, iniciada por Trump y continuada por Biden, ha influido en la coalición. Sin embargo, convencer a otros países de adoptar medidas agresivas sigue siendo un desafío. Europa ha evitado imponer aranceles a productos chinos para no provocar un conflicto directo, y se adhiere a las normas de la Organización Mundial del Comercio.
Aunque la Comisión Europea ha impuesto nuevos aranceles a los autos eléctricos chinos, estos pueden no ser suficientes para contrarrestar los subsidios masivos que reciben los fabricantes chinos. Estados Unidos reconoce que Europa enfrenta mayores riesgos de represalias chinas y ha avanzado en aliarse contra esta superpotencia económica.
"El aumento arancelario planeado por la Comisión (del 17 al 38 por ciento) puede ni siquiera ser lo suficientemente alto como para mantener los vehículos fuera de Europa debido a los subsidios masivos que reciben los fabricantes de automóviles chinos", dijo Greta Peisch, ex funcionaria comercial estadounidense de la administración Biden.
"Parece que [los fabricantes de automóviles chinos] tienen bastante margen para reducir su margen de beneficio, para pagar ese arancel y todavía tienen espacio, esencialmente, para mantener sus precios iguales", dijo.
La Casa Blanca admite que queda mucho por hacer. China sigue decidida a expandir su influencia económica, lo que requiere una mayor dedicación de las democracias occidentales para contrarrestarla. El reconocimiento del desafío por parte del G7 es un comienzo; la verdadera prueba será la ejecución y la unidad del grupo en sus acciones futuras.