Arriazu pidió poner el foco en las reservas y habló de “flotación sucia” en el régimen cambiario

En su análisis del esquema de bandas y la flotación del dólar, el economista cercano al presidente Milei volvió a insistir en que el Gobierno debe acelerar la acumulación de reservas y recuperar la confianza para volver a los mercados.

Por Eric Nesich

Periodista especializado en Economía y Finanzas

Hace 0 horas

El economista Ricardo Arriazu volvió a meterse en el debate cambiario y dejó en claro que, para él, la prioridad del Gobierno libertario sigue siendo la misma: sumar reservas cuanto antes. En el marco del régimen de bandas y la flotación del dólar que impulsa Javier Milei, el especialista planteó que el esquema actual es, en realidad, una “flotación sucia”, marcada por la necesidad de intervenir para evitar que el peso se aprecie demasiado.

 

Arriazu reafirmó que la clave no está solo en dejar flotar la divisa, sino en garantizar que el Banco Central pueda recomponer sus tenencias. Luis Caputo, ministro de Economía, sostuvo durante la semana que el sistema de bandas llegó para quedarse, algo que el economista interpreta como un paso necesario pero no suficiente.

 

Arriazu fue contundente al explicar cómo funciona este tipo de manejo cambiario: señaló que acumular reservas con un tipo de cambio flotante implica una “flotación sucia”, donde la intervención “debe impedir que el peso se aprecie y que, por lo contrario, el objetivo debería ser que el tipo de cambio se deprecie”.

 

En ese sentido, detalló que la propuesta oficial es “un poco más sofisticada” porque “implica una meta de compra diarias de divisas, con total indiferencia sobre la posible evolución del tipo de cambio”.

 

A la hora de justificar quién debería comprar esas divisas, Arriazu no dejó lugar a dudas: “Ante la pregunta de quién compraría las divisas, la respuesta es: o el Tesoro -lo que tranquilizaría a los mercados asegurando el pago de la deuda-, dejando de lado que de ese modo se elevarían las reservas brutas, pero no las netas; o el propio Banco Central emitiendo dinero”.

El economista insistió una vez más en que la acumulación de reservas es central. Sostuvo que ese proceso se daría, en parte, por la cuenta corriente, gracias a un mayor superávit comercial derivado de una mejora en la competitividad externa. Según explicó, una devaluación permitiría impulsar las exportaciones y moderar las importaciones, generando un escenario más favorable para el crecimiento.

 

Arriazu puso la lupa también en la experiencia latinoamericana entre 1980 y 2024, donde la región acumuló un déficit externo de US$2,47 billones, con solo cinco años de pequeños superávits. Argentina, dentro de ese panorama, terminó con un rojo acumulado de US$196 mil millones. Por eso, volvió a enfatizar que “Argentina necesita acumular reservas, pero no lo va a hacer por la cuenta corriente, sino por la cuenta capital”.

 

Aun así, el economista reconoció que el clima podría jugar a favor: con “lluvias oportunas”, proyectó cosechas récord de trigo y cebada, y “buenas perspectivas” para maíz, soja y girasol. Ese combo, calculó, podría sumar más de US$5 mil millones adicionales. También anticipó un aporte positivo del sector energético, con saldos favorables de US$4 mil millones en 2026 y US$7 mil millones en 2027.

 

Hacia el final, subrayó que la confianza no se recupera solo con anuncios, sino con orden macroeconómico y señales firmes: los que especulan contra el peso “alguna vez tienen que perder”, dijo, para evitar nuevas corridas en 2026 y 2027. Y cerró con un mensaje dirigido al Gobierno: la asistencia financiera de Estados Unidos “es muy importante al respecto (dinero para solucionar un problema de liquidez, no para gastar), pero aun más importante es no equivocarse en el manejo de las variables económicas. Esperemos que así sea”.

 

En el oficialismo tomaron los dichos de Arriazu como un guiño y, a la vez, una advertencia. El economista es uno de los consultores más escuchados por Milei, y su palabra suele marcar el pulso del debate interno en materia cambiaria.

 

Mientras tanto, en los mercados la expectativa gira en torno a si el Gobierno podrá, finalmente, iniciar un proceso sostenido de acumulación de reservas antes de que avance el calendario político. Por ahora, la mirada de los analistas es cauta, pero todos coinciden en que las próximas semanas serán decisivas para medir la solidez del esquema.

 

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