Guzmán sin plata y sin poder | Dolarhoy.com
Gobierno|04 de mayo de 2021

Guzmán sin plata y sin poder

Por Martín Tetaz

Economista, especialista en Economía del Comportamiento

 

El culebrón en torno a la no renuncia del Subsecretario de Energía, Federico Basualdo, es el episodio que mejor caricaturiza la situación de la economía local y por lo tanto la noticia económica de la semana. El viernes por la mañana nos desayunamos con que Economía había decidido poner fin al congelamiento de tarifas autorizando un 9% de incremento en los servicios eléctricos, a pesar de la resistencia del funcionario kirchnerista a cargo del área, forzándolo a renunciar a su cargo, pero por la tarde se cayó el castillo de naipes cuando la propia CFK salió a respaldarlo.

 

Lo primero que queda claro es que el congelamiento no es gratuito y que no se puede seguir pagando ad infinitum, mucho menos en el contexto de unas finanzas públicas que se van a resentir por partida doble en el escenario de la segunda ola, porque el freno de actividad de abril golpeará a los ingresos fiscales y porque el incremento en el Repro, más el bono de $15.000 a las AUH y los monotributistas A y B, elevará los gastos en cerca de 40.000 millones de pesos y los números pueden ponerse peor si el gobierno se viera forzado a restringir la circulación de sectores informales masivos como la construcción y el servicio doméstico, que lo obliguen a pagar otra ronda de IFE, porque el fracaso de aquella medida excepcional, con 5 millones de colados, dejó en claro que el Estado no tiene la capacidad de identificar a cada uno de los trabajadores en negro y targetear los subsidios hacia ellos.

 

Solo en el mes de marzo, los subsidios económicos ascendieron a 65.000 millones de pesos, lo que equivale a cuatro meses de AUH y si las tarifas siguieran sin cambios ese agujero se seguiría agrandando.

Como dijimos la semana pasada, el cierre de las escuelas, contra toda la evidencia que indica que no son focos de contagio, se produce porque el gobierno no puede cerrar la circulación de trabajadores de la construcción o el servicio doméstico, que a todas luces no son esenciales, pero que impactan más en la actividad económica, porque los salarios de los docentes y las cuotas de los colegios igual se siguen pagando por zoom. En la segunda ola el criterio de esencialidad viró desde los bienes y servicios estrictamente indispensables para sobrevivir, a la de los que resultan irremplazables para las finanzas públicas.

 

No curiosamente, la semana pasada empezó con una operación del medio “El Destape” sugiriendo presiones del gobierno al director del INDEC, Marco Lavagna ya no por esconder los datos de aumento de precios, sino por inflarlos. Si realmente el kirchnerismo duro, al que responde ese medio, está preocupado por la inflación, tampoco les debe haber caído en gracia que después de seis meses con una inflación del 4% mensual y con los datos de abril en la misma línea, el ministro decida avanzar en un aumento del 9% a las tarifas, que hasta ahora venían siendo un claro ancla que empujaba el promedio de los precios hacia abajo. Es vox pópuli que a la Señora le molesta sobre manera que se la identifique con un proceso inflacionario y va camino a llegar a las elecciones de octubre con inflación récord.

 

Lo segundo evidente es que los conocimientos que en lo académico le sobran a Guzmán, le faltan en cintura política, porque no puede despedir un funcionario que no puso él y que tiene el respaldo de la figura con mayor poder del gobierno. Por la tarde del viernes se especulaba incluso con la salida del propio ministro, porque alguien sin capacidad para despedir un subsecretario difícilmente puede manejar un ministerio. Pero esa sería una lectura incorrecta. Por supuesto que Guzmán pueden disponer de los ravioles que están debajo del suyo, pero Cristina le va a hacer pagar su desprolijidad, mostrándole el circuito del poder real; primero hay que avisarle a ella. La lectura correcta es que la persona con mas poder es Cristina y si ello dispara la renuncia de un ministro confirmaría su ingenuidad; o acaso alguien tiene alguna duda de que siempre Cristina tuvo mas poder que cualquier otro funcionario.